viernes, 23 de julio de 2010

Novela: La fuerza de tu Amor (día 1)

Entre a esa odiosa clase nuevamente, nada podría salvarme esta vez, llevaba meses asistiendo, sin encontrar el menor sentido, me ahogaban en el pecho las imagines de la vida que me esperaba, me sentí fracasada, sin sueños, como si el aire se hubiese vuelto más denso me sentía cansada de respirar… de vivir… de existir , mis manías y mis obsesiones se volvieron un todo para mi, aislándome, sentía ganas de huir de esconderme de encerrarme en mi cuarto y no salir jamás… de dormir para siempre. Estaba desesperada al borde de un grito. Me arme de valor y en último esfuerzo abrí esa detestable puerta, del otro lado un salón obscuro y gélido, con una enorme pizarra al fondo y pequeñas ventanitas sobre él. Entonces, lo vi. Se volvió para verme entrar, como siempre tarde, esbozo una tenue sonrisa de satisfacción y volvió su mirada al frente, sentí como si lo hubiese visto por primera vez, cuando en realidad muchas veces lo vi, incluso muchas lo encontré… sutilmente atractivo. Me senté, como siempre atrás, indiferente de todos aquellos que me rodeaban, fijando mi mirada en el pizarrón, considerando eso como una forma de volverme interesante. Todos los alumnos nuevos me miraban fijamente, gritan y se ríen para hacerse notar, no me rio de ninguno de sus chistes tirados al aire, solo para así sentirme superior a ellos, finjo desinterés cuando en realidad me despiertan bastante curiosidad, en especial él, que se voltea a cada instante para verme, finjo no darme cuenta y evito mirarlo, pero lo notó, me causa cierta satisfacción sentir su presencia… aliviana la mía. La clase termina y me demoro en tomar mis cosas, lo observo despedirse de los demás, siento que es esta vez él el que me ignora, salgo del salón y él desaparece. Vuelvo a mi vida habitual me encuentro con esa patrulla de amigos que cada vez que me ven comienzan sus cómicos comentarios de siempre... abrazos e insinuaciones para mi persona por parte de uno de ellos... ignoradas y desestimadas por mí, nunca me importó que me rodeara con el brazo por los hombros, solo amigos, hasta que él volvió y me aparté automáticamente… pero… porque? No sé nada de él, ni siquiera recuerdo su nombre, porque de pronto este hombrecito me importa. De cierta forma me alegra, hace que mi día tengan una pincelada de color, una sensación y un sabor que hace mucho no sentía.

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